"la poesía es un espejo/ que muerde" --Jorge Arturo, El Blues del aprendiz

martes, 18 de diciembre de 2012

Presentación "Paisajes remotos" en Costa Rica



D.R. Laura Contreras. (Dlia McDonald, Víctor M. León Leitón y Alfredo Trejos)

El día 13 de diciembre se presentó en Costa Rica mi poemario, tuvieron la bondad de acompañarme en la mesa Dlia McDonald y Alfredo Trejos, les comparto el texto que leyó el segundo.


Paisajes remotos: perfecta visibilidad.

Éramos algo extraños. Dos tipos saludables pasando horas hablando de poesía con relativa propiedad en la esquina de la Plaza de la Justicia defendida por algo que siempre me pareció un mausoleo y una placa que recuerda que ahí alguna vez estuvo la Universidad de Santo Tomás. La lluvia incluso no era un problema: la eludíamos sin mucho esfuerzo, con habilidad de vagabundos, de perros callejeros. Casi todos los sábados, lo mismo. Víctor León y yo --pudiendo estar, no sé, jugando fútbol, hostigando mujeres, formalizándonos de alguna manera-- hablábamos de poesía, muy serios y muy felices. Hoy, tanto tiempo después, la felicidad consiste en ver que todo lo invertido en tiempo y en antihistamínicos ha multiplicado su valor de forma tangible con Paisajes remotos, un libro de relojería breve para inmersiones profundas. Víctor siempre ha sido un agudo diseccionador cuando la cosa se trata de comprender el funcionamiento de los aparatos poéticos que llegaban a nuestras manos, que nosotros mismos arrastrábamos hasta la mesa de trabajo y hoy que la cosa se trata de proponer firmemente su ópera prima --una suerte de animal indócil hecho de convencimiento, riesgo y persistencia-- veo que todo sigue siendo igual para él. Los poemas de Paisajes remotos son sencillos pero provienen de una elaborada comprensión, de un profuso orden conceptual. Hablo con ventaja de días y lecturas. Sé que en su autor abundan días y lecturas, prueba y error, disciplina y pasión. Estos poemas pues son lo que son porque difícilmente recuerdo a alguien tan concentrado y metódico, tan seguro y sereno a la hora de enfrentar su condición de creador como Víctor León.

Veo que Víctor se ha convertido en un poeta en el que el refinamiento traba con la vehemencia. Cómo me complace sentir que es ya parte de una nueva tradición en la que la poesía se trabaja según planos muy estrictos --desestimando la imagen por sí misma-- porque sólo así se consigue un valor comunicativo pleno. Hay en Paisajes remotos una tensión superficial como la del agua capaz de sostener el peso de un mosquito, de uno a la vez, pero se adivina que en lo profundo, en lo que incluso para el autor es un abismo de presiones asfixiantes, hay un poderoso diafragma muy humano y muy presente.

A Víctor León lo hemos tenido que presentir a los lejos ya que desde hace años él así lo decidió. Soy de los que creen que para experimentar, aprender y escribir cualquier lugar es bueno, pero a la luz de este libro sobra decir que México le sentó bien. Le sienta bien. Acá en Costa Rica empacó tensas maletas de urgencia y ánimo y allá acabó así como lo vemos: definido, resuelto, hábil, convincente. Reposado, como el mejor tequila. La voz que Víctor ha venido hoy a defender con Paisajes remotos no es ningún augurio: es la confirmación del enorme salto que nuestra poesía ha dado convirtiéndose en un organismo poderoso y envolvente. En algo cuyo valor inmediato y cotidiano aún es debatible pero cuya vigencia ante la amargura y la trivialidad ancestrales es indudable.

Nuestro amigo Luis Chaves bien dice que, y cito: "la poesía no sirve para nada; ahí radica su relevancia". El que sigamos escribiéndola con el orden, la proyección y el entusiasmo con que Víctor León lo hace nos convierte en seres menos amargos y menos triviales. Suficiente para mí.


Alfredo Trejos. Cartago. Diciembre 2012. 
 
 
=o0o=

miércoles, 24 de octubre de 2012

"EL COLOR DE LA VELOCIDAD" A LA VENTA EN LA XII FIL del ZÓCALO

Estimados todos, para quienes suelen preguntar dónde leerme, esta semana existe la oportunidad de comprar la edición económica (y boricua) de Paisajes remotos:



sábado, 25 de agosto de 2012

Mainor González Calvo en México D.F.

 
El desaire del agraviado
de Mainor González Calvo
Presentación por Víctor M. León Leitón.
México, D.F. 6 de enero de 2012.
 
 
Isolda Dosamantes, Mainor González Calvo, Víctor M. León y Leticia Luna.
 
 
La primera vez que escuché leer algo a Mainor González Calvo fue de su libro Poemas para desmentir y especular, de eso, hace ya una docena de años. Habrá que aclarar para los no costarricenses que allá en nuestra aldea el poeta con “P” mayúscula, el poeta oficial, es Jorge Debravo que hace 45 años murió al estrellarse en motocicleta y su poema más emblemático es “Hombre” que va más o menos así:
 
“Soy hombre, he nacido,/ tengo piel y esperanza./[…] No soy Dios: soy un hombre/ (como decir un alga)./ Pero exijo calor en mis raíces,/ almuerzo en mis entrañas./ Soy hombre, es decir,/ animal con palabras./ Y exijo por lo tanto,/ que me dejen usarlas.”
 
        Entonces, Mainor leyó algo que mal-parafraseo de memoria:
 
“Soy un hombre una patraña/ que se cree capaz de comerte las entrañas. Soy hombre un ser que piensa/ pero por la espalda soy todo un sin vergüenza.”
 
         Y seguramente al igual que Debravo, decía también:
 
“Soy hombre … Y exijo, por lo tanto, que me dejen usarlas”
 
          Pero el joven poeta que leía aquella noche no se refería precisamente a las palabras. Creo que fue una buena primera impresión, en la desacralización de la vaca sagrada estaban los rasgos de los poemas de Mainor.
 
            Para dejar de lado las confidencias anecdóticas de una vez por todas, diré que el mentado libro lo obtuve luego de canjearlo a su autor por un par de cervezas y una empanada. Y es que ocasionalmente, a Mainor le da igual cambiar su poesía por bebidas y alimento, acaso una respuesta tan pragmática como sardónica ante los quejumbrosos que alegan que: «como poetas se mueren de hambre».
 
            Entremos en materia: pensar en la poesía de González Calvo es pensar en pólvora, y conforme avanzamos en su bibliografía es pensar en nitroglicerina eficientemente administrada. Desde el inicio y a la fecha con su nuevo libro, demuestra su constancia la voz del poeta en la épica del hombre raso que se niega a encajar en los engranajes sociales. Cómo en el título de su libro anterior Esbozos de un citadino cualquiera el autor padece las mismas peripecias existenciales y domésticas que cualquier habitante de la ciudad y en correspondencia, las expresa con accesibles versos coloquiales:
 
“Yo no sé gran cosa/ sobre tratados de libre comercio/ inflación acelerada/ o de golpes a la economía/ provocados por el alza del combustible/ yo sólo atino a levantarme de madrugada/ dirigirme hacia el trabajo/ para recibir a fin de mes un cheque/ que cosquillea con menosprecio” y termina: “yo no entiendo nada sobre deuda externa/ ni de depósitos a plazo/ o fugas de divisas/ hacia cuentas del Caribe o Luxemburgo/ pero lo único entendible para mí es que cada día el dinero se evapora/ que mi salario se vuelve flácido y enfermizo/ y que los deudores me aquejan con sus créditos/ y a la quincena el cheque se ha esfumado como la esperanza.”
 
         Sus versos afines a la mayoría de la población le evitan la vía de la compasión por los otros ya que el autor mismo es protagonista de la cotidiana tragedia moderna. Incluso su yo poético es por accidente una carne solidaria que recuerda a César Vallejo, eso, si Vallejo hubiese estado equipado con un cáustico sentido del humor. Quizá así es cómo este poeta tico evita que le puedan pegar todos, duro y con un palo.
           
          Antes de que se congregaran más de dos personas en los famosos y ahora globales movimientos de indignados ellos, sin saberlo, ya tenían un posible portavoz. Y podría unirse a algunas de sus marchas, si ese día no encuentra algo mejor que hacer o lo inventa, por que el único valor al que rinde culto el poeta es al de serse fiel a sí mismo y lo logra mediante un escepticismo fundamentalista, desde sus libros anteriores y más explícitamente en sus Prosas antropófagas se niega a ser alimento de otro hombre, despotrica contra algún empleador abusivo, contra el servidor público que llega a servirse; entre tantas variantes de canibalismo posible, aunque esto no deje ileso tampoco, a los que asisten complacientes a la esclavitud moderna, a lo convenido —a quienes sus poemas desearían despabilar a bofetadas— y aun, guarda un poco de su arsenal, para cualquiera que tenga un gesto, algún delirio mesiánico incompetente; todos ellos tientan a la denuncia, al retrato agrio de González Calvo.
 
        Todo lo anterior se mantiene y potencia en su nuevo libro El desaire del agraviado. El poeta regresa gritando como «un descarado convincente», «un ladrón de la palabra», viene buscando «aprisionar la dinamita del verso», llega con su lado más pedestre «y su afán por desvanecer las conquistas de la humanidad», como él mismo escribe.
 
         Para cuando haya terminado de decir que la poesía de Mainor es lúdica, habrá mudado a la seriedad más radical; si por otro lado digo que está cargada de agudas metáforas, referencias de alcurnia literaria, intensas alegorías en dónde lo prosaico se torna simbólico —su poesía— impedida de cualquier disimulo, me estallará en carcajadas en la cara. Así que sus textos no buscan ser lúdicos ni ser serios, no buscan nada y en un mundo enfocado a la producción eso sí que consigue incomodar, como bien claro lo deja su “Manifiesto de grupo” en dónde refiere a una generación que:
 
“vomita por instinto sobre la democracia/ se pasa los folletos comunistas por el trasero”.
 
           Ya podrán presentirlo, el autor ni siquiera puede suscribirse al anarquismo, si un día elabora un manifiesto es sólo con el secreto propósito de que al siguiente pueda escasear el papel de baño.
 
            En “El vacío itinerante” refiere a su aproximación a la poesía, dónde no sólo vuelve a pedir la muerte del culto al benemérito poeta nacional, gritando «matemos a Debravo», si no que además asegura «Y de nuevo la puta poesía» con sus ya explícitos y naturales dejos antipoéticos, o también:
 
“deben saber/ que la letra se plasma en la agonía/ y que el mundo es la terrible sensación de abatimiento/ frente a la cual nos abrochamos al estío y confirmamos la insurrección”.
 
            En ese desprecio ambivalente por el propio oficio el círculo se cierra: el poeta camina por el filo del absurdo y ahí se vanagloria. Hay un cinismo simpático en sus poemas, si es que se puede llamar así a la ironía, por ejemplo, su poema “De por qué no pienso donar mis órganos vitales” donde se disculpa por el deterioro de su cuerpo bajo un estricto régimen de vicio.
 
            La rebeldía en Mainor es una constante que como hombre lo obliga a «vivir siempre al filo del desastre/ apartarse del matrimonio y sus anillos opresores» y como poeta a oponerse a la poesía oficial «al susurro de la víbora académica». Incluso, lo lleva al rechazo a cualquier mujer tipificada, lo que podría parecer una afición a la misoginia pero esto se desmiente por que en sus poemas la mujer suele aparecer al final del túnel: “y se duerme pensando en el amor de esa mujer/ que detendrá con sus encantos el taladro de las pesadillas/ el volcán insaciable del rencor/ y mitigará el golpe imprevisto de la espada sobre la cabeza”, como en su poema “El inmortal”.
 
“… en nuestra época/ el alba se pierde entre obligaciones/ y la oscuridad se extiende como un grito inesperado”, ha escrito el agraviado; el lirismo desgarrador, la fuerte e imparable crítica social podría hacernos pensar en el poeta como “la piedra en el zapato”, en el aguafiestas por excelencia, alguien que está en contra de todo pero no es cierto: Mainor está muy a favor de sí mismo. Hay en él un fuerte impulso vital, a pesar de todas las miserias a las que se somete a cualquiera por el simple hecho de haber nacido en el estercolero del mundo; él festeja la amistad, la parranda, la risa, el sexo o en sus propias palabras es aquel:
 
“… urgido de aventuras y de amores/ aquel que se convierte en trozo de madera/ y añora las playas solitarias/ la fecundación de los transeúntes/ en ciudades donde el ruido gobierna desde siempre” … “y es por eso también/ por lo que amo la marcha/ el despilfarro/ la sorpresa”.
                        
Para el final del libro, en que todas las expectativas buscan saber ¿en qué consiste el desaire? ¿Qué hará el agraviado? El autor ríe de nuevo porque el mundo le ha fallado a él y él no duda en corresponder: “me gusta convertirme en la mula/ que desobedece el arado y sus sudores”, afirma. El agraviado endosa su desaire para quienes puedan demandarle alguna resolución digna de un poeta y en sus siguientes poemas se dedica a vacacionar de las exigencias del mundo, en sórdidos festines eróticos:
 
“Saber que estoy en un bar/ desobedeciendo las leyes de trabajo colectivo/ saber que tengo una nena a mi lado/ sentada entre mis ganas y mi orgullo/ saber que tengo dinero/ para manosearle incluso las estrellas más recónditas/…”
 
Eso para empezar, el resto se los dejo para que disfruten la lectura del libro.

domingo, 22 de julio de 2012

Presentación: "La 5ta. esquina del viento" & "La cólera de las erinias"

INVITADÍSIMOS (AS):


Los sellos puertorriqueños "Espejitos de Papel Editores" e "Indómita Editores" invitan a la presentación de sus respectivas colecciones de plaquettes: "La 5ta. esquina del viento" y "La cólera de las erinias".

Presenta:
Balam Rodrigo

Con la presencia de:
Edgardo Nieves-Mieles, Herminia M. Alemañy-Valdez y Víctor M. León Leitón.

Las plaquettes presentadas:
MOTIVOS SECUNDARIOS (POESÍA) de Fabián García Gómez (Comitán de Domínguez, Chiapas, México, 1985); VERSIONES MINIMALISTAS ACERCA DEL POEMA O EL ESTÚPIDO MARTIRIO DEL ESCRIBIENTE (POESÍA) de Rodolfo Girón (Pijijiapan, Chiapas, México, 1984); LAS AVENTURAS DEL PEZ GATO (NARRATIVA) de José M. Liboy Erba (Santurce, Puerto Rico, 1964) y Edgardo Nieves-Mieles (Puerto Rico, 1957); LENTEJUELAS, CANUTILLOS Y CHAQUIRAS (POESÍA) de Herminia M. Alemañy-Valdez (Puerto Rico, 1961); EL MALIGNO FULGOR DE LA DESDICHA (NARRATIVA) de Edgardo Nieves-Mieles (1957); ROSAS I SPINETTAS (POESÍA) de Ameht Rivera (Chiapas, 1982); CON LAS PEORES INTENCIONES (POESÍA) de Edgardo Nieves-Mieles (1957); LABERINTOS (POESÍA) de César Augusto Trujillo Sánchez (Yajalón, Chiapas, 1979); EL COLOR DE LA VELOCIDAD (POESÍA) de Víctor M. León Leitón (San José, Costa Rica, 1981); LAS ALAS DE MIS ENSOÑACIONES QUE SON PÁJAROS (POESÍA) de Fernando Trejo. (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 1985); y Los Mapas interiores (POESÍA) de Mariene Lufriú (Pinar del Río, Cuba, 1987).

LUGAR:
Bar las hormigas, Casa del poeta Ramón López Velarde (Deleg. Cuauhtémoc, Col. Roma, Álvaro Obregón #73, D.F.).

FECHA Y HORA:
Martes 24 de Julio de 2012, 19:00 horas.

Allá nos vemos.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Rogelio Treviño per semper

El 22 de febrero trascendió la muerte por hipotermia del poeta chihuahuense Rogelio Treviño, a los 58 años. Sus restos sin identificar habían sido hallados desde hacía aproximadamente un mes. Es sin duda una gran pérdida para la poesía mexicana pero sobretodo para los que le conocímos. Algunos titulares de los periódicos en tonos románticos aseveran que murió en el abandono de sus amigos y su familia. Treviño no era un hombre que se pudiera abandonar, quienes lo quisieron sabrán a que me refiero, primero habría que encontrarlo y él, como buen artista, estaba siempre en el camino solitario e inexplorado. Los poetas eligen llevar una vida, no es indispensable que los demás entiendan esta elección. Y él tampoco nos abandona, cuando él obsequiaba su amistad como bien lo escribía en las dedicatorias lo hacía "per semper".

Quiero dedicarle esta entrada en el blog porque a pesar que le conocí poco sé que su obsequio y todo él, eran genuinos.

Este es un poema que yo no sabía, lo había escrito para él:
Frío

I

Una caricia
un vaho de escarchas afiladas
despierta la piel
lucidez de la carne
que sacude
con la confianza de un buen amigo

han vuelto tus días
a dibujar la tibieza del aliento
blanco   puro
como un hálito
de las palabras
de la vida
II

Culminará la espera de la muchacha
con el abrazo del pretendiente tímido
por la noche
         en la alcoba
se traslaparán los esposos
que hacía tiempo no se rozaban


III

Ya han vuelto tus días
         blanco como un hálito
y aquel vago
este viejo
y ese pequeño con fiebre
descansarán el rubor de los sobresaltos
en tu remanso violeta./

Tuve el gusto de conocer a Treviño en Fortín de las flores, Veracruz. Ambos respondíamos a una invitación de La Unión Estatal de Escritores Veracruzanos A.C. (que continúo agradeciendo a la Mtra. Sandra Gallardo) y el H. Ayuntamiento Constitucional de Fortín para su XIII Encuentro Nacional de Escritores, del 25 al 27 de junio del 2010 en dicha ciudad.
  
Por fortuna y gracias a los organizadores fuimos hospedamos juntos en la suite Margarita del Hotel Fortín de Las Flores. Yo había hecho un viaje pesado hasta allá, así que la noche de mi arribo no quise salir a dar la vuelta. Me parece que Rogelio pensó igual, ya que llegó poco después que yo a la habitación. Es una ironía, porque a pesar de estar confinados por nuestro cansancio, la plática se fue animando.

Treviño se acercó en silencio a una pequeña mesa con su libreta y me preguntó mi nombre, para su diario me dijo, en el pasado había convertido sus anotaciones en una novela, agregó como una travesura. De ahí en adelante ya no paramos de hablar sino hasta alrededor de las 4 de la mañana. Me bastó esa noche para saber que aquel hombre natural y achispado en constante asombro, era un buen poeta y excepcional ser humano. Una conversación ecléctica, con un pensamiento vasto y por encima de todo extremadamente vital. Hablamos de todo: de híkuri (me quedo con un viaje pendiente a Chihuahua), mucho Castaneda, que la cosa allá estaba fea que ya se habían acercado a preguntarle: "¿Quiere que le mandemos flores?", de los puntos siempre coyunturales entre poesía-plástica, de algunos artistas con los que había tenido proyectos como su paisano el escultor Sebastián, "La novia puesta al desnudo por sus solteros" (El gran vidrio) de Duchamp,  de poesía obviamente, de hecho, leímos un poco de lo que cargábamos con nosotros, él me leyó algo de su último libro "La virgen en el laberinto", una lectura honda y vertiginosa, de la que recuerdo bien un par de versos "El tiempo es el ojo del diablo/ el instante es el ojo del poeta". Sería un crimen mayor que este libro quedara inédito.

Así estuvimos hablando toda la noche en camas paralelas, con ese aire del cuarto compartido por hermanos, nosotros emparentados por la poesía, esa otra sangre. Al final, Treviño me dejó una promesa con respecto al camino del poeta: "llega un día en que el dinero no existe".

Este encuentro de escritores fue la primera y última vez que lo vi en persona. Luego le hice llegar a su casa en la Av. Yucatán allá en Chihuahua, El libro de los cinco anillos de Musashi Miyamoto y otro no muy bueno sobre la obra de Castaneda que le habían prometido a raíz de nuestra conversación. Él no usaba el correo electrónico, así que con el perdón de mi recibo telefónico le marqué unas cuántas veces a su celular, no fueron muchas. Tenía la procrastinadora esperanza  de volver a verle pronto.

=o0o=

Estas son algunas fotografías que tomé del poeta enfrentándose a la mañana del 26 de junio con la cabeza desnuda–, ahora una elegía visual de su lucidez y vehemencia:





Les dejo también una entrevista que está en youtube, los créditos de los autores del video están especificados en dicho sitio electrónico, a ellos muchas gracias (basta con darle click a la imagen). Me parece, conserva la frescura de su plática (40 min. de duración):

Por último, el mejor homenaje que se le puede hacer a un autor es leerlo. Es triste pero incluso muchos lectores de poesía le desconocían. Dando click en la imagen de su libro abajo pueden descargar algunos de sus poemas que no son fáciles de conseguir, incluye Septentrión, el poema al que hace referencia en la entrevista de los videos:
Pertenecen a su libro La lámpara en el granero. Obra reunida (Instituto Chihuahuense de la Cultura/ Universidad Autónoma de Chihuahua/ Universidad Autónoma de Juárez. Col. Rayénari. Chihuahua, 2009); desconozco dónde pueda adquirirse, ojalá y puedan conseguirlo.
Descansa en paz.

ROGELIO TREVIÑO (Chihuahua, Chihuahua, 30 de abril de 1953-2012). Poeta, narrador, dramaturgo, ensayo y periodista. Fue becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes David Alfaro Siqueiros en la categoría de Creadores con Trayectoria con el proyecto de cuento El amor sólo cambia de rostro. Recibió el homenaje por su valiosa aportación literaria a la literatura Chihuahuense y su vasta trayectoria de cuarenta años dedicados a las letras. Publicó en: El Fronterizo, Unomásuno, El Universal, Excélsior, Novedades, El Nacional, El Heraldo y Diario de Juárez. En las revistas Siempre, El cuento, Vaivén, AZAR, Palabras sin arrugas, Synthesis, La palabra y el Hombre, Bellas Artes de México. Entre sus obras de cuento y novela destacan: Hombre de un solo lado, El amor sólo cambia de rostro, Pie sombra, La mujer que no fui (Premio Chihuahua 1993). Y entre sus obras perdidas se encuentra La diosa botella, La dulce nave, La ventana en el árbol, Música para un cuerpo y Cordones. LIBROS DE POESÍA: Lámpara de piedra (La plancha, 1983), Líneas para Sofia (UAM, 1984), El vértigo de las tentaciones (Colectivo, UACH), Viajero inmóvil (Universidad Autónoma de Zacatecas/Praxis/Dos filos, 1987), Septentrión (AZAR, 1993; Premio Chihuahua 1991), La canción en la torre (Edición bilingüe editorial Ponciano Arriaga, 1998; 1997, mención honorífica en el premio binacional EU-México, Pellicer-Frost), Luz de ámbar (1991), Samalayuca (siete poemas para la desaparición. 1991), Canciones para Laksmi (1997), Ceugant. El caballero que se venció a sí mismo (La Nave de Saidha, 2001), Cíbola (Poema no humano para Cíbola/ UNAM, Col. Ala del tigre, 1999), Rapsodia para una dama de ladrillos (2005), La lámpara en el granero. Obra reunida ( Libro del cuál se tomó está ficha biobibliográfica). Deja sin publicar el poemario "La virgen en el laberinto", pongo toda mi esperanza en que esta obra se rescate y se publique.